Tres centrales, cuatro puntos
Desde que el director deportivo Lalo Arantegui, mucho más intervencionista en lo que le debería trascender -cómo ha de jugar el primer equipo- y algo menos preciso en su principal cometido -el diseño de la plantilla- de lo que fue la temporada pasada, permitió públicamente a Alcaraz ser Lucas y plantear el sistema que considerara, el actual Real Zaragoza de los tres centrales suma cuatro puntos en dos partidos y respira -con el pulso agitado, pero respira- fuera de las posiciones de descenso a Segunda División B. Tres centrales en dos partidos y cuatro puntos de seis posibles. Sólo en las cuatro primeras jornadas se supo cabalgar en un ritmo así de saludable. Los datos son absolutos, como lo son sus matices y paradojas.
Se diría que el cambio de sistema, suplicado mes y medio hasta la afonía y la abrasión en la piel de las rodillas, ha permitido fortificarse atrás, y desde ese progreso, convertirse en un conjunto que suma puntos por aspereza. Nada que ver. El Zaragoza de los tres centrales sigue siendo igual de condescendiente atrás e insiste, en un empeño ridículo, en obviar a su mejor central. No hay una sola razón deportiva para que un equipo que se ordena con tres defensas centrales, y conserva sólo tres disponibles en plantilla, prefiera reconvertir a dos laterales si es necesario -Nieto y Delmás- antes que jugar con el mejor de los tres. Porque Álex Muñoz es, por conceptos defensivos y por su prestancia en la salida del balón, por ambas cosas, muy superior -nótese el ‘muy’- a los titulares Verdasca y a Perone. Lo ve todo el zaragocismo y lo ve hasta el periodismo de oídos más permeables. Haría bien el club en compartir que se trata de una medida extradeportiva…
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