Ramón J. Campo: Referente periodístico, referencia humana
Dudábamos si ilustrar este perfil con un posado no muy pasado de Ramón o con un pantallazo de la primera acepción de la palabra “periodismo” que apareciese en el más reconocido de los diccionarios. Lo cierto es que no dudábamos demasiado. El cuerpo nos pedía romper la tónica de esta serie y coronar su presentación con la definición máxima del oficio. Hasta que nos dimos cuenta que sólo su imagen proyecta el más acusado rasgo de su personalidad: la bondad.
Ramón J. Campo, nacido en Huesca en 1963, es muy bueno sobre todas las cosas. Excelente ser humano y aún mejor periodista. Soberbio periodista y todavía mejor ser humano. Moneda de dos caras y ninguna cruz. Tan bueno que se rompe, diría la ya peligrosa redundancia… Si no fuera porque cerca estuvo de hacerlo. El 10 de diciembre de 2005, tras ser un referente a nivel nacional en la investigación periodística del caso ‘Yak-42’ y apenas días después de que se distribuyera su muy reconocido documental ‘El oro de Canfranc’, un severo ictus apagó casi todas sus luces de un modo dramático. Todo confluía entonces. Pedro, el pequeño de sus tres hijos, nació apenas un mes después de aquel accidente cerebro-vascular.
Ramón volvió teniendo que aprender de nuevo a leer y escribir mientras el pequeño Pedro lo hacía por vez primera. La bondad y el periodismo siempre vuelven, por más lejos que a menudo parezcan. Y lo hizo con todo a su medio actual, Heraldo de Aragón, en junio de 2007. Tan solo año y medio después de asomar al abismo. Se lo debía a sí mismo. A su mujer y a sus hijos, claro. A quienes les queremos por disfrutar del privilegio de conocerle y a quienes le querrán nada más lo conozcan, siquiera asistiendo a su conferencia, infinita en contenidos de brillante investigación y hechizada por una tremenda historia personal. Una referencia doble y absoluta