Luz entre barrotes

Las visitas a centros penitenciarios tienen un peso principal en la actividad anual de nuestro ciclo social, posible desde 2018 gracias a Eurofund Group. Intentamos que el cincuenta por ciento de nuestras acciones -al menos- tengan lugar ante aquellos que viven privados temporalmente de libertad y que necesitan curar su interior mientras dura su encierro, de cara a una reinserción en la sociedad siempre compleja. De los pies a la cabeza.
Ellos lo requieren y los demás, también. Porque fuera nos necesitamos todos y porque sólo desde la mejor versión de cada uno podremos mejorar un mundo con demasiadas cosas por mejorar. Con esta convicción, el 26 y el 27 de abril firmamos un par de ingresos voluntarios y consecutivos. En menos de 24 horas, accedimos al centro penitenciario de Daroca y al de Navalcarnero -aquí gracias a Solidarios para el desarrollo-: el octavo del curso -si contamos también los centros de menores- de las 16 acciones llevadas a cabo ya para este ciclo desde el pasado septiembre.
Casi un centenar de internos se dieron cita entre ambas sesiones y volvió a generarse esa energía de agradecimiento doble -por visitarlos y por el enfoque de una charla donde el asistente se siente el protagonista silencioso de la misma- que siempre se da cada vez que pisamos una cárcel. Ahí siempre confirmamos que, también entre los barrotes, hay luz con la que iluminar el futuro del mundo.

 

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