Doce vidas por delante

El calendario, siempre caprichoso, quiso que visitáramos el centro de menores de Juslibol apenas unos días después de entrar por primera vez en el Teresa de Calcuta de Brea del Tajo (Madrid). No hay dos centros idénticos, por más que compartan la esencia más cruda, pero todo se iguala cuando arranca la charla y comienza la interacción.

De dimensiones más reducidas el recinto, se trató también de una acción más íntima. Casi personal. Una docena de jóvenes acudieron puntuales a nuestra cita. El grupo era reducido y, pese a ello, muy heterogéneo. Cada uno conectó con los mensajes y las reflexiones que la conferencia comparte desde unas coordenadas muy personales, pero todos entendieron que lo importante no era la vida de quien les hablaba, sino lo que podían aprovechar de lo que se les decía para la suya.

Porque por imperfecto que haya sido el pasado y frustrante que resulte el presente, siempre hay una vida por delante. De los pies a la cabeza

 

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