Del pueblo de Pochettino a la casa de Leo Ponzio
Argentina son muchas otras cosas, casi infinitas, pero el fútbol siempre está presente en nuestras visitas… aunque éstas sean estrictamente profesionales. Aquí se vino a impartir un par de conferencias que complementaran la gira por Montevideo, procurada por Gabriel Otero, y la naturaleza nos llevó a nuestro espacio: un club de fútbol, acaso el club de fútbol más grande de todo el país, y al pueblo natal de uno de los entrenadores, ex futbolista internacional, más pretendidos y reputados del fútbol mundial.
En Murphy, un pequeño pueblo de menos de 4.000 habitantes ubicado en la provincia de Santa Fe, nació Mauricio Pochettino, aunque sus vecinos lamentan que ya, desde que triunfa en el banquillo del Tottenham en la Premier League inglesa, apenas los visita. Su vivienda familiar, esa que Marcelo Bielsa asaltó una madrugada cuando Poche era niño y dormía, para comprobar en vivo la inaudita musculatura de sus piernas, continúa en pie, habitada por sus padres y con el tono amarillo que la destaca. Justo enfrente, apenas a ocho metros de exigua calzada, se sitúa el hogar paterno de quien verdaderamente nos ocupa: Mauricio Piersimone. El ‘Tano’, así se le conoce públicamente desde que fatigara la delantera de Estudiantes de La Plata a finales de los 90, y ya mucho antes en la intimidad, fue el cómplice necesario para que la localidad santafesina se reuniera en un muy alto porcentaje en las instalaciones del club Unión y Cultura, para conocer una conferencia que ya había causado impacto en la vecina, y veinte veces más poblada, Venado Tuerto en 2014. Pese a todo, Murphy superó todos los registros y más de 400 personas vivieron una experiencia que culminó con un homenaje a la figura de Piersimone, ídolo allí por su contrastada humanidad, y sirviendo de altavoz a una desgracia que aún desgarra a los vecinos: la muerte violenta del joven Juan Cruz en su domicilio de Rosario, a cargo de un menor que puede zafar la justicia sólo por el hecho de serlo.
A la vuelta de Montevideo, Casa River, la pensión o residencia donde habitan muchos de los jóvenes que juegan en las categorías inferiores del club bonaerense, nos abrió sus puertas. La llave la tuvo la Fundación River, cálidamente dirigida por Dolores Irigoin, y el impulso necesario lo procuró Leonardo Ponzio: ex futbolista del Real Zaragoza y actual capitán y emblema de River Plate. El presente y pasado inmediato de Ponzio en el club de la banda, con quien levantó la Copa Libertadores (Champions League en Sudamérica) en 2015 supera cualquier imaginación y sólo está al nivel de sus méritos, humanos y deportivos. Ponzio es un amigo, de los pies a la cabeza. Y gracias a su complicidad, casi un centenar de jóvenes, desde los 9 hasta los 17 años, compartieron una hora de charla para todas las edades y realidades vitales, que pareció alcanzarles y supuso un gol sobre la hora para casi un par de semanas de momentos inolvidables ya en Uruguay y Argentina. Sólo sabemos que no será la última vez.