De los pies a la cabeza… pasando por el corazón
El Espacio Bertelsmann de Madrid abrió sus puertas a la primera edición del evento multiconferencia De los Pies a la Cabeza. Y los cuatro conferenciantes seleccionados para este debut –Antonio Pampliega, Fernando Sánchez Salinero, Javier Hernández y Raúl Ruiz– inauguraron el formato con una llamada a la concienciación individual como paso ineludible para la concienciación social. Una apelación vibrante que, como toda propuesta de verdad inspiradora, involucró al numeroso público asistente como verdadero protagonista.
El evento se articuló en un formato de charlas individuales hiladas por Raúl Ruiz. El ex futbolista, reportero televisivo desde hace más de 20 años, le dio continuidad desde su experiencia individual, con varias intervenciones que encarnaron su tránsito del deporte modesto al periodismo humano.
“Lo que intenté cuando llegué a la tele fue reflejar lo que yo había vivido en el fútbol: el lado humano, el lado social”, explicó Raúl. “Me decían que el periodismo era informar y entretener… pero yo añadí: bueno y, si se puede, también ayudar”.
Sus reflexiones vinieron apoyadas de la mejor manera posible: con fragmentos de las historias del fútbol que él ha narrado en entrevistas y reportajes; historias del llamado deporte rey… en el que no todos viven y ganan dinero como reyes.
El ritmo de la tarde creció con la primera conferencia, a cargo de Fernando Sánchez Salinero. Consultor estratégico en empresas y pymes, formador, conferenciante, comunicador torrencial… Salinero exhibió todos su poderes para invitar a un ejercicio estimulante: “Cómo lograr hacer de nuestra vida un proyecto apasionante”.
Tomando como referencia las estrategias corporativas, Salinero desgranó potentes reflexiones, planteamientos frontales que buscan la disrupción individual. Invitó a todos a establecer su propia “misión, visión y valores”, como hacen las empresas. “El objetivo es saber eso que mucha gente ignora: para qué estamos exactamente en el mundo”.
En el fondo, Salinero animaba “a buscar el sentido de nuestra vida”. Pero no desde un punto de vista filosófico -que también-, sino sobre todo como punto de partida para orientar nuestras acciones: “Un líder es el que habla del futuro, no del pasado. No os planteéis visiones abstractas: describid vuestro futuro de manera muy concreta y eso os ayudará a alcanzarlo”.
Salinero rechazó los castillos levantados en el aire de la apariencia, con el ingenio que cruza todas sus charlas: “En las redes sociales vemos continuamente ejercicios de realismo… pero también muchos de pavorealismo”. E invitó a motivar a través de la transformación del lenguaje, pura comunicación: “Las misiones que proyectan solo apariencia inspiran mucho menos que aquéllas que invitan a compartir. En la vida -concluyó- no hay proyectos grandes ni pequeños. Lo importante de verdad es si lo que hacemos tiene alma o no. Y eso es lo que atraerá a las personas: lo que eres es lo que atraes”.
Salinero estaba llamando a la interacción de los valores, y ese es también el punto central de la propuesta de Javier Hernández, que compartió con la audiencia los mensajes que vertebran de De los Pies a la Cabeza: “Todo lo que hago lo hago porque es posible, no porque sea un superdotado o tenga más mérito que los demás”.
Su presentación es un giro del foco desde los pies del conferenciante -“nacido sin brazos en un mundo que está diseñado para tenerlos”- a la cabeza de cada uno de los que escucha. Javier Hernández apela a la convivencia, “que es la verdadera integración”, y a seguir el ejemplo de sus padres: “Ellos me llevaron a educarme a un colegio cualquiera, el que estaba al lado de mi casa, y así posibilitaron que siempre haya hecho todo con todos”.
Desde esa experiencia personal, que lo llevó a ejercer el periodismo deportivo, a ser nadador paralímpico en Londres 2012 a los 33 años o a sacarse los títulos de entrenador de fútbol y director deportivo, Javier Hernández inspira a cada individuo en la búsqueda de su cien por cien: “Centrémonos en la solución y no en el problema: y creamos y trabajemos valorando lo que tenemos, no lo que nos falta”.
Si la demanda de Javier pone en la pista de una nueva conciencia individual para inaugurar una nueva sociedad, Antonio Pampliega bajó a la trinchera de su más desgarradoras experiencias personales como reportero en conflictos bélicos. Desde esa posición, lanzó un ataque tan frontal como necesario a las conciencias acomodadas del ciudadano occidental: “La guerra no es lo que ustedes ven en los medios de comunicación… Estoy aquí para abrir sus ojos y enseñarles qué es la guerra de verdad”.
Y no lo hizo desde la vivencia de su secuestro por Al Qaeda –“un accidente laboral”, ironizó- sino desde los rostros, las voces, el dolor y los nombres, sobre todo los nombres, que son lo que humaniza y dignifica a las víctimas -hombres, mujeres, niños, muchísimos niños- con los que se ha cruzado su cámara a lo largo de diez años de reporterismo en los infiernos.
Su conferencia se titula “Los ojos de la guerra”. Pero del mismo modo podría llamarse las tripas (abiertas) de la guerra. Las personas, el ser humano que hay debajo del convencional relato periodístico de los conflictos. Armado de voces e imágenes tomadas en la sangrienta trastienda de los conflictos, Antonio Pampliega exhibió la realidad en su más conmovedora crudeza. “Cuando empecé en esto pensaba que mis fotos podrían cambiar el mundo -reflexionó-. Ahora ya sé que no lo harán… El mundo solo lo pueden cambiar ustedes, que son quienes votan”.
La denuncia de Pampliega obliga a abrir los ojos y mirar de frente a la guerra, sus devastadoras consecuencias físicas y morales. Y la culpa repartida de la que ninguno debemos sentirnos a salvo. “La Unión Europea, uno de los primeros vendedores de armas del mundo; los gobiernos que rechazan refugiados que huyen para que no los maten con las armas que nosotros mismos les vendemos; la sociedad que sale a decir No a la guerra en 2003, cuando aún no había caído una bomba, y calla desde hace años mientras la guerra de Siria sigue cobrándose cientos de miles de muertes, desplazados y refugiados: hablamos de igualdad pero ni siquiera tratamos igual a los muertos”.
Si algo logró esta última propuesta del evento fue subrayar el modo en que Salinero había resumido la cita: “Un viaje de los pies a la cabeza, pasando por el corazón”. El evento se cerró con un emocionado aplauso a los cuatro conferenciantes y el deseo de que la propuesta tenga la continuidad que merece un excepcional elenco de ponentes. Sus reflexiones, experiencias y enseñanzas logran aquello que constituye uno de los puntos cardinales de la filosofía de nuestra Asociación: inspirarnos y motivarnos en la búsqueda de nuestra mejor versión. Tras escuchar a Raúl, Fernando, Antonio y Javier, estamos más cerca de ese objetivo.
[Reportaje fotográfico: Alfonso Reyes].