Cuando el sol se pone al otro lado del muro
No debe de ser fácil pasar un día en la cárcel, aún menos una noche. Y quizá el momento más delicado anímicamente sea el del primer atardecer. La primera vez que el sol se pone al otro lado del muro y empiezas a ser consciente de que cada próximo día va a ser muy parecido al anterior durante el tiempo que dure tu condena.
En el medio centenar de ingresos voluntarios en centros penitenciarios que acumulamos, gracias a este ciclo social auspiciado por Eurofund Group, frecuentamos los días y también -en el de Pamplona, por ejemplo- hemos llegado ya en las oscuras y cerradas tardes de invierno. En esta ocasión, en Zuera, nos pidieron acudir a media tarde y, al terminar la visita, vivimos esa sensación de cierta congoja íntima… inevitable incluso cuando te estás dirigiendo a la salida
La charla reunió a medio centenar de internos de diversos módulos de la macro cárcel aragonesa y terminó con una cerrada ovación de parte de unos internos siempre agradecidos porque desde fuera se contacte y se crea en ellos. Porque nunca es tarde para tratar de reordenar tu vida, de los pies a la cabeza. Por más tardes que se haya puesto el sol al otro lado del muro